Entradas

Capítulo 6: La Caza en el Umbrío

  El viento helado aún aullaba entre las cadenas del espejo fracturado cuando un nuevo sonido cortó el aire: el crujido seco de ramas quebrándose bajo botas pesadas. Lira se giró, el Collar de los Ecos vibrando contra su pecho, mientras Kael desenvainaba su espada con un movimiento fluido. El zumbido de la hoja resonó en el estanque negro, y las linternas colgadas en los árboles parpadearon como si temieran lo que venía. "¡Allí!" gritó una voz desde la niebla, áspera y cargada de furia. Figuras emergieron entre los troncos retorcidos: no Guardianes de la Luz esta vez, sino Tejedores de Sombras. Sus capas negras se fundían con la penumbra, y sus rostros estaban ocultos bajo capuchas bordadas con runas plateadas. En sus manos llevaban varas de ébano talladas con garras, cada una brillando con un fulgor púrpura que parecía absorber la luz del bosque. Kael maldijo entre dientes, poniéndose delante de Lira. "Son demasiados. Corre, ahora." "No te dejo," respo...

Capítulo 5: El Reflejo de los Perdidos

El amanecer no llegó al Corazón Umbrío.  En su lugar, una luz grisácea se filtró entre los árboles, tiñendo el bosque de un fulgor mortecino que apenas alcanzaba a disipar la niebla. Lira y Kael avanzaban en silencio, sus pasos resonando sobre un suelo cubierto de hojas podridas y fragmentos de piedra tallada. El Collar de los Ecos colgaba pesado contra el pecho de Lira, su susurro constante como un latido que no era el suyo, mientras el cáliz en su cinturón rozaba su pierna con cada movimiento. Kael caminaba a su lado, la espada envainada pero lista, sus ojos penetrantes escrutando las sombras con una tensión que no había cesado desde la noche anterior. Habían dejado el altar detrás, pero el bosque no los dejaba descansar. Los troncos se retorcían en formas cada vez más grotescas a medida que avanzaban, algunos con rostros tallados a medio borrar, como si el tiempo hubiera intentado —y fallado— olvidar su dolor. Entonces, el camino se abrió a un estanque circular de superficie ne...

Capítulo 4: Bajo el Peso de las Ruinas

  La lluvia había cesado, pero el aire del ancestral bosque del Corazón Umbrío seguía cargado de humedad, un frío que se pegaba a la piel como una segunda capa. Lira y Kael se detuvieron en un claro rodeado de pilares rotos, restos de lo que alguna vez pudo ser un templo. Las columnas, cubiertas de hiedra negra y musgo, se inclinaban como ancianos exhaustos, y entre ellas yacía un altar de piedra agrietada, su superficie manchada por siglos de sacrificios olvidados. Una linterna oxidada colgaba de un gancho torcido sobre el altar, su luz verdosa parpadeando débilmente, como el último aliento de un moribundo. Lira se dejó caer contra una de las columnas, el Collar de los Ecos golpeando contra su pecho. Su cabeza aún latía, un eco del dolor que la había derribado tras usar su poder, y sus dedos temblaban al limpiarse la sangre seca bajo la nariz. Kael se quedó de pie, a pocos pasos, envainando su espada con un movimiento brusco. La herida en su brazo goteaba lentamente, tiñendo de r...

Capítulo 3: El Collar de los Ecos

  El cuerno resonó de nuevo, más cerca, un lamento grave que atravesó la niebla del Corazón Umbrío como una flecha. Lira corrió, sus botas hundiéndose en el barro negro, el cáliz golpeando contra su cadera con cada paso. Kael iba delante, abriendo camino entre las enredaderas marchitas con su espada, el zumbido de la hoja un eco constante en el aire húmedo. Los árboles se alzaban a su alrededor, retorcidos y desnudos, sus ramas como garras de un cadáver antiguo atrapadas en el tiempo. "¡Por aquí!" gritó Kael, girando hacia un sendero flanqueado por estatuas ignoradas durante eones. Sus bases estaban cubiertas de musgo podrido, y en sus manos de piedra yacían restos de ofrendas olvidadas: el espectro de unas flores marchitas, cuencos rotos llenos de agua estancada. Lira lo siguió, el aliento quemándole la garganta, pero el sonido de cascos y gritos la alcanzó antes de que pudiera recuperar el paso. Un jinete emergió de la niebla, su armadura blanca salpicada de barro, una la...

Capítulo 2: El Espejo Fracturado

  La lluvia golpeaba las hojas del Corazón Umbrío como un tambor fúnebre, empapando la túnica de Lira hasta que pesó como una condena. El cáliz colgaba de su cinturón, atado con un cordel que había arrancado de su falda, y su frío metálico se filtraba a través de la tela, quemándole la piel. El chico —Kael, lo había llamado entre gruñidos mientras la seguía— caminaba unos pasos atrás, su espada envainada pero zumbando aún, como si estuviera viva y hambrienta. "No puedes quedarte con eso," dijo él, rompiendo el silencio. Su voz era baja, casi tragada por el crujir de las ramas bajo sus botas. "No creo que ese cáliz sea un trofeo. Percibo un mal augurio." Lira no se giró. "No lo dejé caer para que lo reclames tú." Sus dedos rozaron el bronce rugoso, y el susurro volvió, débil pero insistente: “Bebe y recuerda” . Apretó los dientes y siguió adelante, ignorando el peso de sus ojos en su espalda. El bosque se espesaba a cada paso, los troncos cerrándose como...

Capítulo 1: El Eco del Cáliz

Esa noche los gritos rasgaron la niebla como cuchillos, y Lira se agazapó tras un barril podrido, el olor a hierro y ceniza quemándole la garganta. Al tocar el amanecer, los Guardianes de la Luz irrumpieron en la aldea con sus capas blancas salpicadas de sangre y sus espadas centelleando con un fulgor fantasmal. "¡Buscad a la chica!" rugió el capitán, su voz cortando el alba. "¡Tiene el don prohibido!." El corazón de Lira golpeó contra sus costillas, un eco roto del yunque cantarín que aún resonaba en sus oídos. Todo había comenzado la noche anterior: un golpe de su padre, ebrio y furioso, y luego esa chispa imposible —luz dorada brotando de sus dedos, una sombra alzándose del polvo como un lobo hambriento—. Él la había mirado con terror, murmurando el nombre de su madre antes de desplomarse. Pero alguien más lo vio. Unos ojos en la ventana. Y ahora la cazaban. Un relincho cortó el aire, botas crujieron sobre la grava. El Corazón Umbrío estaba cerca, más allá de l...